lunes, 15 de mayo de 2017

El coro de "Viriato"

     Como ya anunciamos en una entrada anterior, este año tenemos la responsabilidad de producir un nuevo montaje para el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Será "Viriato", escrito por Florián Recio y dirigido por Paco Carrillo. En entradas sucesivas, iremos presentando, como ya hicimos con "Los gemelos" y con "El cerco de Numancia", a todos los componentes de Verbo Producciones.
    No lo haremos de forma pormenorizada como en otras ocasiones, sino que lo haremos desde los distintos equipos que se encargarán de dar forma y color a este nuevo montaje.
   Para empezar, me hace una ilusión tremenda presentar a los componentes del coro. Han sido seleccionados entre los alumnos de la ESAD de Cáceres y nos tuvimos que quedar con 15, aunque el nivel, y sobre todo, la entrega, fue enorme por parte de todos los que hicieron la prueba.  Estoy seguro de que esta mezcla de actores con experiencia y sin ella aún, va a ser una de las cosas más comentadas de esta edición del Festival.
   Ellos son:


Guillermo Almeida
Rubén Arcas
Gonzalo Blanco
Pilar Contreras
Guadalupe Fernández
Yoni González
Lucero
Cristina Martín Díaz
Carla Pérez
Sergio Pérez
Borja Piñero
Claudio Portalo
Sara San Román
Beatriz Solís
Juan Vázquez

  

miércoles, 10 de mayo de 2017

Crítica de "El cerco de Numancia" aparecida en "Butaca de Primera"



Numancia para nosotros es, hoy, más analogía que mito.
Esas son las palabras del director de este montaje, Paco Carrillo, con las que quiere dejar claro que la historia de Numancia no es un caso aislado y ni mucho menos mitología. Numancia sigue existiendo cada vez que enciendes la tele. Numancia está viva cada vez que te metes en tu muro de Facebook y ves el último ataque a civiles en Siria. Por desgracia, por muchos siglos que hayan pasado, todavía siguen alzándose "cercos de Numancia".
El cerco de Numancia está basada en una obra cervantina que adapta Florián Recio. El argumento gira en torno a la resistencia de la ciudad celtibérica de Numancia, la cual se niega a ser invadida por el vasto Imperio Romano. El general romano Escipión, harto de fracasar en intentos, decide asediar la ciudad con un cerco hasta conseguir la rendición. Sin embargo, con lo que no cuenta el general es con que el pueblo numantino no se doblegará fácilmente.
La historia de Numancia bien podría ser un divertido episodio de esa aldea de irreductibles galos en la que Astérix y Obélix plantaban cara al Imperio Romano. Sin embargo, los numantinos no disponían de poción mágica y un druida; lo único que tenían era la dignidad y la valentía. Sin embargo, esos valores son insuficientes cuando ves que tu pueblo va cayendo lentamente y que el enemigos se saldará con la victoria tarde o temprano.
Desde el comienzo de la obra, se deja claro que no se trata de una historia del pasado, sino de algo que sigue pasando día tras día frente a nosotros. De hecho, no nos importa nada conocer el final de la tragedia porque lo sabemos desde el minuto, pero lo interesante es ver cómo un pueblo es capaz de resistir una tormenta romana con tal de no sublevarse ante un Imperio que amenaza con arrebatarles su identidad.
Paco Carrillo ha sido capaz de darle un gran ritmo a la obra y maneja el ritmo in crescendo a la perfección. Aunque sin duda, lo mejor de El cerco de Numancia son sus personajes con tantos matices. Obviamente, nosotros como espectadores vamos a estar con los numantinos, pero como todo buen texto, este no es maniqueísta y no se opta por representar como villanos a todos los romanos. Esto se consigue a través de la humanización de uno de los militares, el cual no entiendo por qué se tiene que derramar tanta sangre inocente y de un general que consigue, aunque tarde, ser consciente de su maquiavélico plan para conseguir la rendición.
Si ya Paco Carrillo había dejado claro al principio que El cerco de Numancia era una analogía, volverá a insistir cuando en mitad de una obra ambientada en el siglo II a.C, aparezcan imágenes con rostros muy conocidos entre los que se pudo ver a Putin, Merkel y al mismísimo presidente actual de nuestro gobierno.
Como todo relato épico, hay una historia de amor que nos pone los pelos de punta porque desde la primera vez que la pareja se encuentra, sabemos que el destino de esta no va a ser fácil. Los actores Manuel Menárquez y Ana García estuvieron espléndidos en la piel de Malandro y Lira y consiguieron meternos de lleno a todo el público que vivía el sufrimiento junto a ellos.
Decir que unos actores destacaron más que otros sería injusto, ya que es la obra más equilibrada a nivel actoral que he visto del Festival de Mérida. De hecho, al salir de la obra todo el público repetía que era increíble el buen trabajo actoral de todo el equipo. Aunque es cierto, que detrás del gran trabajo de actores y dirección, también se encuentra un espléndido texto que cuida la caracterización de cada uno de los personajes.
Me pareció muy buena y resolutiva la forma de simbolizar el cerco a través de una tela que "aprisionaba" a los numantinos. No hacía falta más que eso para mostrar las cadenas de unos ciudadanos avocados a una extinción inmediata.
El cerco de Numancia es una de esas obras en las que desgraciadamente, nunca se baja el telón porque sabes que no hay un final esperanzador. Hoy en vez de llamarse Numancia, se llama Siria, Chechenia o Libia. Distintos nombre, mismo sufrimiento. Lo "bueno" (y muy cruel) es que el texto que Cervantes escribiera en 1585 seguirá teniendo vigencia por los siglos de los siglos.

Crítica de "El cerco de Numancia" aparecida en "El viento del cine"



El Festival de Mérida en Madrid, ha traido hasta el Teatro Bellas Artes la producción estrenada en 2015 de El cerco de Numancia, de Miguel de Cervantes en versión de Florián Recio.
Desde el punto de vista escénico, no resulta sencillo adaptar a un escenario de teatro convencional una producción prevista para el Teatro romano de Mérida. Como nos explicó la semana pasada Fernando Ramos, productor y actor de El cerco de Numancia, lleva ya girando dos años, ha tenido una gira muy intensa en teatros convencionales y en otros teatros romanos. Es una obra que viene muy rodada, con mucha energía y quien lo viera en el teatro romano verá que aunque pierde evidentemente la espectacularidad que puede tener en el espacio del teatro romano, gana en cercanía, en intensidad, porque las escenas son íntimas y muy cercanas al espectador.
Se trata de una tragedia, y como tal el argumento debe desvelarse al inicio de la obra. Veinte años resistió con heroismo el pueblo celtíbero de Numancia el asedio de las tropas romanas, luchando contra la humillación, la injusticia y el atropello, de una forma que avergonzaba al pueblo romano. Cervantes quiso reflejar el mito en que se había convertido Numancia, y en este caso, la versión en prosa de Florián Recio dirigida por Paco Carrillo, trata de descubrirnos las nuevas “numancias”, más cercanas y conocidas, haciendo de la historia de Numancia una historia eterna.
El texto trata de ser fiel al de Cervantes, incorporando recursos para mantener en tensión al espectador desde el comienzo de la obra. En algunas ocasiones se hace algo duro, insistente, denso,… difícil de seguir en detalle. Es el precio que hay que pagar cuando de se trata de una tragedia renacentista.
La escenografía, creada por Damián Galán para Mérida, ha sido adaptada con detalle y perfección para las salas convencionales. No renuncia ni a los efectos sonoros ni a los recursos multimedia y efectos lumínicos que llenavan el coso emeritense. El vestuario diseñado por Maite Álvarez potencia la presencia de los intérpretes en la escena, romanos, numantinos y el coro que nos acerca la historia a momentos actuales. Hay que destacar a los atuendos de la sacerdotisa, inspirados en elementos ornamentales de la arqueología ibérica, interpretada con fuerza y carácter por Paca Velardiez. Sorprende que sea la misma Elektra de Los Pelópidas de hace unos días. Mágica esta actriz.
Nueve actores en escena, en algunos momentos de manera simultánea. Se queda pequeña la boca de escena del Bellas Artes… Una interpretación equilibrada y coral, encabezada por Fernando Ramos el general romano Escipión, que trata de llevar a Numancia a la rendición y la humillación, lo interpreta con cuidado y precisión.
Ana García y Manuel Menárguez son los dos enamorados numantinos Lira y Marandro, que personalizan el dolor del pueblo. Dos actores que combinan muy bien, destacando en los momentos más dramáticos de la obra. Ana se luce precisamente ahí desligándose de su vena cómica vista en otros montajes. Juan Carlos Tirado un legionario veterano que da lecciones al joven legionario novato Jose Francisco Ramos, que con su excelente interpretación fue merecedor del premio Ceres a la juventud en 2015.
Completan el cartel Pedro Montero, David Gutiérrez, y Jesús Manchón. Lo dicho, una interpretación coral, que concede a cada intérprete algún momento destacado de lucimiento.
El cerco de Numancia seguirá todo el año de gira por España, destacando la representación prevista en el yacimiento arqueológico de Numancia en Soria el próximo 15 de julio, en el lugar donde hace 2150 años los numantinos prefirieron incediar su ciudad para evitar que cayera en manos de los romanos.
Lo mejor: La escenografía con los efectos audiovisuales. La actuación coral de todo el reparto, sobre todo de Paca Velardiez y Manuel Menárguez.
Lo peor: Algunos momentos en que el texto se hace confuso.
Calificación: 8/10