miércoles, 26 de diciembre de 2012

"Áyax" conquista Haro.

La XV edición del Certamen Nacional de Teatro de Haro, pasará a la historia como la edición en la que Teatro del Noctámbulo volvió a alzarse con el primer premio. La empresa era muy complicada, después del éxito entre la crítica y el público del montaje durante el Festival de Teatro Clásico de Mérida, reponerla para Teatro convencional, se adivinaba muy difícil. A esto había que añadir el gran número de actores que estamos en escena, y que la reposición era en una plaza muy complicada por el nivel artístico del Certamen. Pero creo que salimos más que airosos de este reto y la prueba está en que nos han concedido el premio absoluto, y además, el premio a la mejor dirección para Denis Rafter, el del mejor actor para Jose Vicente Moirón y el del público, que según cuenta las crónicas, es muy difícil que se lo den al mismo que gana el absoluto. Esto quiere decir que en esta ocasión, jurado y público estuvieron de acuerdo. También las nominaciones a mejor actriz principal para Isabel Sánchez, mejor actriz de reparto para Elena Sánchez y mejor actor de reparto para Fernando Ramos. A continuación, podemos leer la crónica de El Correo. Sólo me queda dar la enhorabuena a todos los compañeros y esperar que los éxitos sigan llegando.

 GARNACHA ALIMENTA EL MITO DE ÁYAX

 Los hombres, venía a defender la concepción teológica de la Grecia clásica, estaban sometidos al capricho de los dioses que pululaban por su abigarrado panteón. Y con ellos alimentaban sus intrigas palaciegas, convirtiéndoles en títeres a los que protegían o denostaban para trasladar diez pisos más abajo la terribles secuelas de sus interminables enfrentamientos.
He ahí la explicación que ayuda a entender por qué Áyax, el héroe aqueo que despreciaba toda bendición divina, el cíclope del gran escudo bajo el cual se pertrechaban todos sus guerreros en la lucha contra Troya, el más grande de los mortales al considerarse a Aquiles semidiós, acabó pagando lo que Atenea, baluarte de Ulises, consideraba un ejercicio de soberbia y se vio privado con engaños de las armas del hijo de Tetis cuando éste cayó en el campo de Batalla.
Curioso. Teatro del Noctámbulo, la compañía pacense que convirtió en mito su inolvidable 'Hombre almohada', recupera del olvido otro mito más de la tragedia helena para elevarlo a la categoría de arte (teatral, plástico, musical, temático) un año después de ver como la suerte le resultaba esquiva y pasaba de largo al toparse con 'La decisión de John'. Nominada en todas las categorías, la obra de Mike Bartlett se fue de vacío a Badajoz. En esta ocasión, el cuarto encuentro del grupo extremeño con el Certamen Garnacha de Rioja resulta mucho más gratificante. De cara, y por mérito, el jurado le otorga tres distinciones de postín. El 'Áyax' que creó Sófocles, versionó Miguel Murillo y reforzó Roque Baños con una 'banda sonora' espectacular, se aúpa a lo más alto después de presentarse sobre el teatro romano de Mérida y estrenarse en Haro a la italiana.
Premio gordo. Para la tropa griega que recrea la formación pacense y para el público riojano que, tal y como establece el pliego del concurso, disfrutará de dos representaciones más en el circuito teatral de la Comunidad.
Y dos premios más que amplifican, según recoge el acta del jurado, el éxito de Noctámbulo. Denis Rafter se convierte en el mejor director de esta edición. Y José Vicente Moirón vuelve a convertirse, por segunda vez, en el mejor actor, después de haber obtenido una mención especial del tribunal cuando se presentó con los suyos y su 'Búfalo americano'.
Que el jurado vuelva a reencontrarse con el público del Bretón, algo que se ha producido en contadas ocasiones, no hace sino refrendar el saldo final de la tragedia, transformada ayer en una fiesta. Para ellos fue, también, el premio que otorga, mediante votación, el respetable.
Memorable actuación, en fin, frente a dos propuestas, completamente diferentes, que hacen más valioso ese botín. 'Áyax' se midió en esta ocasión a Pelmánec y 300 Pistolas, a un juego de títeres que demuestra la progresión de Miquel Gallardo como actor (su condición de excepcional manipulador de marionetas quedó palpable cuando se estrenó con 'Don Juan. Historia amarga de mí') y a un espectacular ejercicio de compresión (de comprimir), dinamización y actualización, en su caso de un clásico del Siglo de Oro que no siempre ha resultado tan divertido como se supone.